Profesionales de la salud están empezando a usar la apiterapia, bien con la abeja viva o en inyección, para el tratamiento de enfermedades reumatológicas, cardiovasculares o pulmonares, entre otras.

La técnica consiste en ser aguijoneado por una abeja melífera (la que da miel), y debe ser realizada por un profesional que conozca las particularidades del tratamiento.

El apiterapeuta Pedro Pérez, uno de los pocos expertos en la materia en España, la define como una terapia natural que no sólo consiste en que la abeja inyecte su veneno, la apitoxina, sino completar el tratamiento en base de los diferentes productos de la colmena.

"El cuerpo mejora, indudablemente, cuando le das aquello que necesita y cada producto de la colmena tiene propiedades que el cuerpo necesita. Estos productos tienen los ladrillos para construir y reparar, y, por otra parte, la apitoxina del veneno pasa a la sangre y lleva sus propiedades donde hay algo que reparar"

Entre las enfermedades que pueden ser tratadas se encuentran la artritis reumatoide, osteoartritis, artritis reumatoide juvenil, artritis traumática, espondilitis, artritis psoriática, codo de tenista y la bursitis; hipertensión arterial, arritmias, aterosclerosis y várices; también se está utilizando en enfermedades de la piel como eccemas, psoriasis, verrugas; en problemas pulmonares como la obstrucción crónica pulmonar, el enfisema o el asma y en infecciones como laringitis o mastitis, entre otras.

"Fundamentalmente se utiliza en enfermedades inflamatorias, como la artritis, la artrosis, los dolores de espalda, las hernias discales, etc., que es donde mejor funciona", y, para estos casos "no existe nada mejor que la picadura de abeja". No obstante, en aquellos casos como la esclerosis múltiple, la psoriasis, o del tipo circulatorio, aunque "no los cura ayuda y mejora el proceso".

Diversos estudios han demostrado la picadura de abeja es cien veces más potente como antiinflamatorio que la hidrocortisona. Además, se conoce su poder terapéutico como antiséptico, y, al ser una técnica que se aplica teniendo en cuenta los puntos de acupuntura, "se consigue multiplicar su efecto beneficioso".

Se utilizan también otros productos como la miel y el polen ricos en ácidos naturales, minerales, proteínas y aminoácidos, enzimas y con propiedades antihemorrágicas; el pan de abejas que además contiene más cantidad de Vitamina K; la jalea real que estimula el crecimiento y aumenta el nivel de cortisol en la sangre; la cera tiene propiedades cicatrizantes y antiinflamatorias; y el propóleo que tiene una gran antibacteriana, pero además es antibiótico, antifúngico, antihemorrágico, antiherpético, antiinflamatorio y antiséptico.

No se trata de una terapia con grandes contraindicaciones, aunque en el caso de los alérgicos el tratamiento dura más ya que primero se deben probar con pequeñas dosis para "inmunizarles". Además, estos tratamientos se suelen usar sólo en adultos que no tengan problemas de fluidez de la sangre como, por ejemplo, úlceras sangrantes, y tampoco en algunos casos de diabetes.
Tampoco está recomendada cuando los pacientes están tomando ciertos medicamentos como los betabloqueantes o los opiáceos, ya que puede provocar reacciones adversas.

Respecto a los efectos, el apiterapeuta explicó que se trata de una terapia que puede producir inflamación, sudoración, y otros efectos que pueden no ser percibidos, y que, en cualquier caso, "forman parte de la crisis curativa, que es un proceso que el organismo tiene que recorrer para depurarse y poder curarse".

La duración del tratamiento dependerá del paciente, la enfermedad, la forma de vida que lleve, etc. En la mayoría de los casos suelen realizarse entre 7 y 10 sesiones, aunque cuando existen factores psicológicos el tratamiento "puede no ser tan eficaz a corto plazo".