La apiterapia, o la terapia que utiliza los productos procedentes de las colmenas (miel, polen, jalea real y propóleo), es una antigua tradición que data de hace más de 10.000 años, avalada en la actualidad por numerosos estudios científicos

De entre los productos apícolas, el propóleo es quizás la sustancia menos conocida, pero no por ello la menos interesante. Una de las posibles razones podría ser que mientras la miel, el polen y la jalea real son verdaderos alimentos (suplementos alimenticios), el propóleo, sin embargo, es una sustancia con una verdadera capacidad terapéutica.

El propóleo, o própolis, designa algunas sustancias gomosas y resinosas que, segregadas por la corteza y yemas de algunas plantas, son procesadas con secreciones glandulares de las abejas, hasta conseguir el producto final, conocido como propóleo. Va a ser utilizado para diferentes necesidades de la colmena, tales como pegar fuertemente las partes móviles o rompibles que puedan caer, o evitar posibles infecciones en la colmena, constituyendo de esta manera una especie de barrera en la entrada de la colmena.

Se tiene conocimiento de esta sustancia desde tiempos remotos. Ya en el antiguo Egipto, donde los sacerdotes lo utilizaban en forma de crema para embalsamar, así como parte integrante de ungüentos y bálsamos curativos. Casi todas las civilizaciones han utilizado esta sustancia. Sin embargo, etimológicamente es una palabra derivada del griego (Pro- "delante de" y -polis "ciudad"), indicando de esta manera que el propóleo se encuentra en la entrada y en el interior de la colmena (polis de las abejas), disminuyendo la entrada del viento y el frío (su presencia es indicativa de que se acerca un invierno frío).

Las abejas, con este material, construyen y mantienen sus colmenas e impiden la entrada a elementos ajenos a la "ciudad de las abejas". Ésta es quizás la propiedad más importante, ya que la temperatura en el interior de la colmena es de 34-35º C, lo que la convierte en un "caldo de cultivo" ideal para la reproducción de diversos microorganismos.

Del mismo modo, la presencia de miel atrae a insectos e incluso animales de considerable tamaño, que intentan acceder al interior, pero que en cualquier caso son inmediatamente neutralizados y embalsamados con propóleo, para impedir una posible infección provocada por la descomposición cadavérica. De este modo, posiblemente la colmena sea el lugar más estéril de la naturaleza.

Las propiedades organolépticas y la composición química varían en función del vegetal proveedor de las resinas, dando un color que va desde el claro al castañorojizo, dependiendo del lugar del mundo del que se obtiene. Exhalan un aroma más o menos pronunciado de miel y cera, con un sabor acre y frecuentemente amargo. Se torna viscosa a partir de los 30º C, siendo insoluble en agua y parcialmente soluble en alcohol, éter, etc.

El propóleo en su estado bruto se obtiene directamente de las arnas (vasos de colmena), gracias al raspado de los cuadros móviles, que se introducen en las colmenas y que las abejas rellenan de propóleo. Una vez extraído de la colmena, se debe limpiar de toda clase de impurezas, como restos orgánicos, ramas, fibras de madera, ceras, etc. Sin embargo, no es muy aconsejable eliminar del todo la cera, ya que algunos estudios citan que, entre sus componentes, se encuentra un factor responsable de la acción inmunomoduladora del propóleo. Cuando se ha procesado el propóleo, bajo estrictas medidas de control de calidad, se puede comercializar en distintas presentaciones.

Historia
Si el propóleo ejerce una acción antimicrobiana y es capaz de impedir cualquier infección, que puedan provocar bacterias, virus y hongos, manteniendo de esta forma la colmena perfectamente aséptica, no es de extrañar que esta misma acción la pueda ejercer sobre las personas. Ya Aristóteles se refiere a esta sustancia como "remedio para las infecciones de la piel, llagas y supuraciones". En el siglo XI, se empleó para desinfectar las heridas por punta de flecha. Incluso en la Edad Media, los maestros constructores de violines, como Stradivarius, lo mezclan junto con lacas y barnices para evitar su deterioro.

Esta sustancia alcanza su máximo apogeo durante la Guerra de los Boers contra los ingleses en África, en la que las heridas de guerra eran tratadas con mezclas que contenían propóleo, con un excelente resultado, según los médicos militares, ya que además de ejercer una acción antiséptica, también era capaz de cicatrizar y regenerar los tejidos dañados, evitando así muchas muertes.

Con el descubrimiento del primer antibiótico (penicilina), el propóleo, que durante muchos siglos había servido en prácticamente todas las culturas como un remedio indispensable para luchar contra las infecciones, queda un poco en el olvido, a favor de los modernos antibióticos de síntesis. Sin embargo, recientemente, se está evidenciando una fuerte tendencia al uso de sustancias con acción antibiótica de origen natural, como es el caso del propóleo, debido al gran problema de las farmacorresistencias que ciertas bacterias presentan a determinados antibióticos, así como por el mal uso y abuso.

A todo esto se añade el progreso en el conocimiento del propóleo, en cuanto a su composición química y descubrimiento de nuevas propiedades, avaladas por numerosos estudios científicos.

Propiedades actuales
La excelente acción antiséptica observada, añadida a las propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes, conocidas desde hace tanto tiempo, y su uso en la medicina popular en el tratamiento de callosidades, heridas, quemaduras, etc., dio paso a investigaciones en las que ciertos bioflavonoides contenidos en esta sustancia (principalmente la quercitina y la galangina) eran los responsables de la actividad bacteriostática (detención del desarrollo de las bacterias) y bactericida (destructor de bacterias).

Así, el propóleo se utiliza en enfermedades infecciosas y es considerado en la actualidad como el antibiótico natural por excelencia.

Se muestra especialmente activo sobre determinados microbios habituales de la infección, como los estafilococos o los estreptococos; y frente a hongos como Candida albicans, que contaminan piel y mucosas. Pero además, el propóleo tiene una excelente acción antiinflamatoria, cicatrizante, anestésica y activadora de los mecanismos inmunológicos.

Esto, en la práctica médica, se traduce en multitud de usos y aplicaciones con resultados muy positivos en las distintas afecciones.

- Actividad inmunoestimulante y antiviral: El propóleo posee propiedades activadoras y moduladoras del sistema inmunológico, a través de diferentes mecanismos. Entre ellos, actúa regulando el funcionamiento de las células inmunitarias. Además, posee una acción antiviral, que se atribuye a algunos de sus activos, como por ejemplo los compuestos fenólicos y bioflavonoides (luteolina y quercitina). Asimismo, parece ser que su acción antioxidante también está implicada en la acción antiviral. Recientemente, un estudio ha demostrado su acción antigripal y su eficacia in Vitro contra la infección por el virus de la gripe en ratones.

- Afecciones respiratorias: Se han encontrado resultados positivos en afecciones de las vías respiratorias altas, que por lo general se tratan de procesos de origen infeccioso (sinusitis, otitis, laringitis, rinitis, faringitis y amigdalitis, etc.). Las presentaciones de propóleo en forma de trozos masticables y comprimidos, que al ensalivar permiten la liberación progresiva y continua de los ácidos orgánicos y bioflavonoides, así como el spray, resultan los más eficaces. Como además estos procesos presentan inflamación, dolor y fiebre, muchas de estas presentaciones se suelen acompañar con fitoterapia antiinflamatoria, febrífuga y antiséptica. El propóleo se utiliza también en las afecciones de las vías respiratorias bajas (esfera bronco-pulmonar), aunque éstas son más complejas, ya que suele estar comprometido el intercambio gaseoso en mayor o menor medida. Es por ello que, preferiblemente, tienen que estar controladas por un especialista. El propóleo es también muy útil para aumentar las defensas durante este tipo de infecciones.

- Afecciones bucales: Se puede utilizar en odontología, como bactericida bucal, para el tratamiento de aftas, gingivitis, piorrea, glositis (inflamación de la lengua), dolor tras extracción de piezas dentales, llagas, etc. En países como Rumanía y Rusia, utilizan el propóleo como anestésico local en las diferentes afecciones bucales. Además, posee una acción que combate la caries dental, por lo que su uso en la forma masticable la previene.

- Afecciones digestivas: El propóleo es efectivo frente al desarrollo de la bacteria Helicobacter pylori, identificada recientemente como la posible causante de las úlceras gastroduodenales. También estaría indicado en las inflamaciones del tubo digestivo, como gastritis, colitis, etc.

- Afecciones genitourinarias: El propóleo es un excelente antiséptico urinario, tanto para el hombre como en las ya clásicas infecciones urinarias recurrentes en la mujer. En general, estos procesos presentan dolor e inflamación, por lo que escoger el propóleo para su tratamiento es la elección ideal, ya que a su propiedad antiséptica se le añade también la propiedad antiinflamatoria. También ha resultado eficaz en las inflamaciones de la vagina y del cuello uterino, causadas por un parásito denominado Trichomonas vaginalis. El propóleo es muy activo frente a los hongos que contaminan las mucosas, especialmente Candida albicans, causante de candidiasis vaginal (es la única sustancia de la colmena que se opone al crecimiento de los hongos).

- Afecciones dermatológicas: En dermatología, el propóleo posee un campo de acción muy amplio. Su uso destaca en el tratamiento de forúnculos, acné, sabañones, grietas, úlceras, callosidades, eczemas, etc. Debería ser un componente indispensable como parte del botiquín familiar, ya que resulta ideal en la desinfección y cicatrización de heridas. Además, trata también la inflamación, al tiempo que se comporta como un antiséptico tópico, ideal si se combina con aceites esenciales con potente acción fungicida (la asociación con el aceite esencial de árbol del té es muy efectiva en las infecciones por hongos). Finalmente, el propóleo favorece la reepitelización de la epidermis y, en consecuencia, facilita la regeneración de quemaduras. En las afecciones dermatológicas se aconseja el uso del extracto de propóleo al 20%, o la crema de propóleo al 6%.