Hay una vieja e infundada creencia popular respecto al tratamiento de algunas enfermedades, y es la que dice que lo que duele cura. Mi abuelo siempre fue un obstinado con este mito, y ante cualquier pequeño raspón o tajito en la piel, ya iba directo a mojarme con alcohol en un rapto de médico casero que yo, un pobre niño con rodillas raspadas, sufrí durante mi infancia.

Pero al margen de mis experiencias personales y de los mitos populares, curiosamente este precepto del saber popular sí se cumple con una singular terapia basada en el tratamiento con picaduras de abeja, la Apiterapia.

Esta terapia, tal como pueden adivinar, se basa en el uso del aguijón de las abejas, y por más extravagante que les pueda resultar no olviden que hay un tratamiento medicinal con plena aceptación que es batante similar a la Aptierapia. Me refiero al tratamento con sanguijuelas, el cual adopta el mismo concepto que la Apiterapia: picar para sanar.

La Apitoxina es la base de la Apiterapia. Esta es la sustancia tan maldita que causa el dolor en las picaduras de abeja, que, como sabemos todos los que fuimos picados por una abeja en alguna ocasión, no es nada agradable de soportar. Pero seguir tildando a la Apitoxina como “maldita” puede ser un craso error si contemplamos los beneficios que esta sustancia puede traernos en relación con algunas enfermedades.

Úlceras, el asma, las migrañas, psoriasis, hipertensión arterial, epilepsia, esclerosis, fiebre, problemas con el sistema nervioso entre otras, son algunas de las afecciones que la Apipuntura (así se llama la técnica de inserción del aguijón en el cuerpo) puede solucionar.

No obstante se debe tener cuidado en casos de alergia, diabetes, anemias, hemorragias, estrés, problemas cardíacos, embarazo, enfermedades psíquicas y otras situaciones desafortunadas por las que esté pasando el individuo, pues sin una correcta supervisión de especialistas la aplicación de la Apiterapia puede ser un serio problema para el organismo.

Pero no hay que alarmarse, no todo es tan doloroso. La Apiterapia no sólo se realiza con aguijones, sino que también a través de inhalaciones o de forma sublingual, formas que ofician de alternativas para quienes temen (tememos) a los aguijones.